Escribir sobre tu propio trauma te puede ayudar a superarlo

Escribir sobre un trauma que sufres, en tanto en cuanto sacas a relucir los detalles, reflexionas sobre lo ocurrido y haces un ejercicio de catarsis para compartirlo con el mundo, parece mejorar las funciones inmunitarias.

Para probarlo, se llevó a cabo un experimento en el que se solicitó a un grupo de personas que recordaran su mayor trauma. A continuación se dividió el grupo en dos. El primero tuvo que escribir sobre su trauma durante veinte minutos al día durante cuatro días sucesivos. El segundo también debía escribir, pero sobre cualquier otro tema que ellos escogieran.

Tal y como lo explica Robert Trivers en su libro La insensatez de los necios:

Se tomaron varias muestras de sangre de los individuos; una antes de iniciar el experimento, otra el último día en que escribieron y la última, seis semanas más tarde. Si bien al terminar de escribir, los que escribieron acerca de la situación traumática manifestaron sentirse peor que los otros, su sistema inmunitario reveló una mejoría con la segunda muestra, mejoría que todavía podía detectarse seis semanas después, momento en el que también declararon sentirse mejor (que los que no habían escrito acerca del trauma).

En otras palabras: afrontar un hecho traumático causa un sentimiento negativo en un primer momento, pero los efectos inmunitarios suelen ser positivos. Y, a largo plazo, los efectos también son positivos para el humor. La clave está en revelar tus emociones.

De hecho, los rituales de confesión son frecuentes en la mayoría de las religiones. Confesar los pecados podría tener efectos similares. El beneficio de la psicoterapia también podría residir en parte en el hecho de revelar información traumática o bochornosa que el individuo oculta a otras personas.

Hay indicios también de que la inhibición está vinculada con los problemas de salud. Así, los que han tenido traumas infantiles y los mantienen en secreto (traumas sexuales, casos de abuso físico o afectivo, muerte o divorcio de los padres) en la edad adulta son más proclives a tener enfermedades como el cáncer, alta tensión arterial, gripe, dolores de cabeza, etcétera.

En un trabajo de Buhrfeind y Pennebaker titulado Expressive Writing and Coping with Job Loss los participantes tenían que escribir sobre sus sentimientos después de haber perdido su trabajo. Tal y como señala Richard Wiseman en su libro Rarología:

Desde una perspectiva psicológica, hablar y escribir son dos cosas muy distintas. Hablar, a veces, es una actividad poco estructurada, desorganizada, incluso caótica. Por el contrario, escribir anima a la creación de un argumento y una estructura que ayudan a dar sentido a lo sucedido y nos dirigen a una solución. En resumen, hablar puede añadir confusión, mientras que escribir proporciona un enfoque más sistemático, más centrado en la solución.

Estas correlaciones también concuerdan con le hecho de que pertenecer a grupos de charla en los que se comparten los mismos traumas resulta también beneficioso a nivel psíquico. Podéis leer más sobre ello en El despegue de los grupos de autoayuda.

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