La epidemia que puso de moda usar el jabón antibacteriano

En la década de 1960 se desubrió una cepa de una bacteria llamada Staphylococcus aureus, que tiende a infectar las heridas después de la cirugía. Sin embargo, con el tiempo se volvió resistentes a los antibióticos, sobre todo en la década de 1900, cuando se volvió resistente a la meticilina.

Esto produjo una epidemia en muchos hospitales, allá por la década de 1990. Hasta entonces, el uso de jabones líquidos no era muy frecuente: pero justo entonces se puso de moda por el miedo al contagio.

Staphylococcus aureus

En el Reino Unido, las infecciones por Staphylococus aureus resistente a la meticilina (SARM) constituían la mitad de las infecciones atribuidas a hospitales. Solo en 2006, ya se habían registrado 2.000 muertes debido al SARM solo en este país.

Se impuso entonces un protocolo de limpiaza de manos cada vez que el médico entrara en contacto con un paciente. Fuera de los hospitales, además, se inició una campaña de salud pública que ensalzaba las virtudes de las manos limpias y se centró en la promoción de jabones antibacterianos, que contiene agentes como el triclosán. Tal y como lo explica Mark Miodownik en su libro Líquidos:

Estos jabones se vendían como superiores al jabón tradicional a la hora de prevenir la transmisión de gérmenes; la publicidad tuvo éxito y provocó una enorme demanda de jabones antibacterianos, pese a que no había ninguna evidencia de que fuesen más eficaces que el agua con jabón de toda la vida.

De hecho, la investigación reciente sugiere que no hay evidencia sólida de que los jabones antibacterianos sean realmente más eficaces, además de que pueden ser más perjudiciales que beneficiosos. Por lo tanto, los expertos coinciden en reducir su utilización a los casos estrictamente necesarios: solo en un contexto de prescripción médica estaría justificado el uso de esto antisépticos, puesto que el simple jabón es eficaz y suficiente en la mayoría de los casos.

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