¿Sería posible acercarse a una vaca y derribarla mientras duerme?

Las vacas, cuando duermen, parecen estatuas. O fotografías de vacas. Así que uno, muy ocioso, naturalmente, puede llegar a preguntarse: oye, ¿si me acerco sigilosamente y le doy un empujón, caerá al suelo?

Bien, primero tengamos en cuenta que una vaca pesa de media 680 kg; bueno, siempre que no sea una vaca gigante del tamaño de un elefante pequeño. Entonces puede pesar más de una tonelada. A pesar de su gran estatura, Chilli, que así se llama la vaca más grande que hay registrada, sólo se alimenta de pasto. Chili vive en el Santuario de Animales Ferne en Chard, Somerset.

Así que, a priori, derribar una vaca con nuestras manos es ciertamente difícil. Sin embargo, un estudiante de la Universidad de British Columbia llamado Tracy Boechler, decidió imaginar si sería posible empleando la física.

Tal y como explica en el libro ¿Sabías qué...? Bjorn Carey:

Para derribar a una vaca de peso medio se requerirían unos 296 kg de fuerza, según calculó Boechler. Suponiendo que un atleta de 68 kg de peso pudiera empujar su propio peso, se necesitaría el equivalente a 4,36 personas para derribar a una vaca. Con algunos ajustes (como atarle las patas a la vaca o redestribuir el peso y el centro de gravedad), se necesitarían menos personas, siempre y cuando suponiendo que la vaca no se despierte y salga al trote.

Por cierto, si véis a una vaca, fijaos en qué dirección está mirando.

Se suelen poner en posición perpendicular al sol para calentarse en los días fríos y en paralelo al viento durante los días más desapacibles. Pero ¿y los días tranquilos? Pues miran al norte, como brújulas… nunca mejor dicho. Es algo que constató un equipo de científicos de la Universidad de Duisuburg-Essen utilizando Google Earth para observar cabezas de ganado en Gran Bretaña, Irlanda, la India y EE.UU. Al parecer, esto sucede debido al campo magnético terrestre, que es imperceptible para el ser humano pero no para las vacas y otros animales. Así es como, por ejemplo, las palomas consiguen orientarse. En el caso de las vacas, ¿para qué sirve si apenas se mueven de su sitio? Porque en el pasado no era así: las vacas de hace miles de años eran animales nómadas y hacían largos viajes a través de África, Asia y Europa, y la suerte de GPS magnético que usaban para orientarse ha sobrevivido hasta nuestros días, incitándoles a encarar el norte.

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