Inventor del teléfono por sólo 2 horas de ventaja

En otras ocasiones, en Xataka Ciencia ya hemos discutido la conveniencia de obsesionarse con determinar si tal o cual inventó tal o cual: dada la estructura de la historia de la innovación en el mundo, deberíamos empezar a darle menos importancia romántica a los inventores o descubridores, y más a los ecosistemas donde se producen tales inventos y descubrimientos.

De pasada, así, resolveríamos la cuestión de tantos y tantos hallazgos que se produjeron casi simultáneamente en diferentes partes del mundo. El caso paradigmático de ese fenómeno lo encontramos en el invento del teléfono. Porque estamos hablando de, solamente, 2 horas de diferencia. 120 minutos que fueron decisivas para estampar uno u otro nombre.

Si en un auditorio popular preguntamos quién inventó el teléfono, la mayor parte de la gente responderá que Alexander Graham Bell (además, que el apellido se traduzca como campana, como el campanilleo de los teléfonos al sonar, refuerza la asociación). Si acaso, habrá algunos mejor informados que apostarán por Antonio Meucci. Pero ¿quién diría Elisha Gray?

En 1874, Elisha Gray llevó a cabo la primera demostración pública del invento del teléfono, en los locales de su iglesia presbiteriana. El 14 de febrero de 1876, Gray presentó la solicitud de patente de un teléfono. No obstante, dos horas antes se le había adelantado, con un invento similar, el célebre Alexander Graham Bell, nieto del famoso profesor de Londres que inspiró a Bernard Shaw para crear al profesor Higgins de Pigmalión, o My Fair Lady en la versión cinematográfica.

Bell recibió la patente número 174.465; y era un teléfono que, además, funcionaba un poco peor que el presentado por Gray. Tal y como explica el historiador Gregorio Ugidos en su libro Chiripas de la historia:

Solo la chamba le permitió llegar el primero, porque mientras el brujo secretamente investigaba en Salem, la ciudad en la que, doscientos años antes, colgaron a veinte personas acusadas de brujería, en otros lugares del mundo había otros veinte inventores intentando “hacer hablar a un hilo”.

Al principio, el teléfono no suscitó demasiado interés, pero acabó siendo la estrella en la Gran Exposición de Filadelfia en 1876. En 1878 ya se publicaba el primer listín telefónico del mundo, en cuyas páginas, además de otras cincuenta personas, figuraba el presidente de los Estados Unidos Rutherford B. Hayes.

¿Y Meucci?

Con todo, para muchos historiadores de la ciencia hubo una injusticia aún mayor en lo tocante a dilucidar el verdadero inventor del teléfono. Al parecer, seis años antes de que lo desarrollaran Gray y Bell, el italiano Antonio Meucci ya disponía del invento. En 2002, el Congreso de Estados Unidos tuvo que atribuir el invento del teléfono a Meucci. Reconoce además que demostró y publicó su invento en 1860, antes que Bell, incluso antes que Gray.

Por su parte, otros también vindican la autoría de la invención del teléfono al alemán Johann Philipp Reis, que pudo haberlo ideado por las mismas fechas. El teléfono de Reis fue inspirado por un artículo en francés del año 1854, escrito por Charles Bourseul, aunque no presentó su desarrollo hasta 1861.

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