Algunos lugares diminutos que seguro que no conoces (I)

Lugares liliputienses, pitufos, de horizontes extremadamente limitados, en muchas ocasiones claustrofóbicos. Lugares en los que, si das cuatro o cinco pasos, los abandonas. Lugares tan enanos que os parecerá que habéis engullido el lado izquierdo de la seta que agigantó a Alicia.

Lugares tan, tan diminutos que si os tumbáis en ellos cuan largo seais, tal vez necesitéis un pasaporte para vuestras extremidades.

La Ciudad de los Duendes

Lugares como la llamada Ciudad de los Duendes de Bolivia, nacida en el año 2003. Esta ciudadela situada a 958 kilómetros al sur de La Paz, en la ciudad de Tarija, apenas tiene 25 metros de diámetro, así que se puede recorrer en escasos segundos. Pero este espacio minúsculo es suficiente para que a la ciudad no le falte de nada: un conglomerado de pequeñas viviendas, calles, plazas, avenidas de tierra, un estadio deportivo (con sus vallas publicitarias construidas con cajas de dentífrico y envoltorios de jabones) y hasta un aeropuerto.

Si uno se fija, incluso podrá atisbar las huellas de sus supuestos habitantes diminutos. Las construcciones son precarias, de cemento, barro, ladrillos; las ventanas no tienen cristales y están ornamentadas con pequeñas ramitas que crecen en los alrededores. Dicen que la ciudad apareció de la noche a la mañana, y que los vigilantes del parque no saben quién pudo construirla: no vieron merodear a nadie por el parque, y una ciudad con tal grado de detalle requeriría días o semanas de trabajo. Aunque todo parece una broma o una estrategia de marketing para que los turistas visiten el parque Las Barrancas, que es donde está enclavada la mini ciudad, muchos se lo creen, sobre todo los niños, y la Ciudad de los Duendes ya ha sido objeto de extensos reportajes en los que se deja volar la imaginación.

Me gustaría saber si un examen minucioso podría revelar alguna extraña inscripción de copyright en la pared algún edificio, algo así como Lego o Tente. ¿En el cementerio hallaríamos las tumbas de los clics de Famobil?

Madurodam

Una ciudad diminuta de similares características (aunque exhibida de forma más ortodoxa) es la ciudad en miniatura de Madurodam. La podéis contemplar en el Museo Holandés de Madurodam, en la Haya, aunque, por causas climáticas, sólo entre los meses de mayo y septiembre. La ciudad en miniatura va mucho más allá de la mera representación de algunos de los edificios más importantes de Holanda, como el Palacio Real o el estadio de Eindhoven.

También parece estar viva. Tanto el puerto como el centro urbano, por ejemplo, cuentan con su propio y realista sistema de iluminación. Algunas luces de las ventanas de los edificios se apagan o encienden aleatoriamente para transmitir la sensación de que están habitadas. En el aeropuerto de Schipol también figuran las réplicas exactas de diversos aviones de aerolíneas mundiales; antes, incluso, pequeños aviones pilotados por control remoto aterrizaban y despegaban de este aeropuerto de juguete. Lo mismo sucede con el puerto de Rótterdam, que posee decenas de embarcaciones recorriendo sus diques.

Isla Dejima

Los lugares diminutos también han sido usados políticamente para retener a los extraños en un sitio extramuros de un país, aunque cercano y supervisado por el propio país. La isla de Dejima en el Japón aislacionista de la era Edo, por ejemplo, confinaba a los comerciantes occidentales que operaban en el país. Tenía sólo 120 por 70 metros y estaba conectada al puerto de Nagasaki mediante un puente vigilado. De esta manera, sus habitantes tenían relación con Japón a nivel comercial pero no social. Durante los años que funcionó, de 1641 a 1853, el puente que conectaba la ciudad diminuta con Nagasaki no podía ser cruzado por nadie, exceptuando las prostitutas.

A las mercancías también les franqueaban el paso: a través de esa única conexión desembarcó en Japón el café, la cerveza, el chocolate y el billar. De similar filosofía a la isla Dejima, en Estados Unidos existía una isla artificial para extranjeros: Ellis Island.

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