Algunos colores que no sabías que existían: desde el "gris con luz propia" al rojo más brillante que el blanco

Existe un nombre oficial para el color que ves cuando tienes los ojos cerrados: Eigengrau o Brain Grey. Se traduce como "gris con luz propia".

Es un poco más claro que el negro porque el párpado es solo una membrana delgada y aún puede distinguir fácilmente la luz y el movimiento con los ojos cerrados. Aunque los párpados pueden estar cerrados, la pupila no se cierra (de hecho, se abre más cuando se cierran los ojos) y, por lo tanto, se sigue recibiendo información.

Dentro del ojo hay una proteína llamada rodopsina. Es una molécula sensible a la luz que, cuando es estimulada por un fotón, inicia un proceso llamado transducción visual. Este es el proceso que convierte la información de la luz en información eléctrica para que el cerebro la procese.

Para que la molécula de rodopsina envíe su mensaje eléctrico al cerebro, se produce un proceso llamado isomerización. Sin embargo, la isomerización puede ocurrir de forma espontánea (es decir, sin ningún estímulo). Es la isomerización espontánea de la molécula de rodopsina lo que crea Eigengrau.

Otros colores quiméricos

  • Azul estigio: un azul totalmente azul e increíblemente negro
  • Rojo auto-luminoso: un rojo que es más brillante que el blanco.
  • Naranja hiperbólico: más naranja que 100% naranja

Un color quimérico es un color imaginario que se puede ver temporalmente al mirar fijamente un color fuerte hasta que algunas de las células del cono (células fotosensibles que se encuentran situadas en la retina de los vertebrados) se fatigan, cambiando temporalmente su sensibilidad al color.

Son casi colores de fantasía, como los narrados en algunas novelas. Como Terry Pratchett en su serie Mundodisco que comenzó con El color de la magia (1983), que describe 'octarino', un color que sólo pueden ver los magos.

O Marion Zimmer Bradley en su novela Los colores del espacio (1963), que menciona 'el octavo color' que se hizo visible durante el viaje de FTL. Por suparte, El color del espacio exterior, es una historia de 1927 de H.P. Lovecraft, y lleva el nombre de un color sin nombre, generalmente no observable por humanos, concebido por entidades alienígenas.

Porque así vemos el mundo: pasado a través del tamiz de nuestro cerebro, y a su vez lo intentamos comprender a través de modelos que lo simplifican. Lo que se traduce en que el mundo es mucho más complicado de lo que sospechamos (y diferente):

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