La química de los alimentos naturales: también llevan 'número E'

Vivimos tiempos de quimiofobia. A la vez que buscamos la tecnología más puntera, en el ámbito de la comida la rechazamos, y preferimos la comida "hecha por la abuela", "natural", "orgánica", "biológica". Sin embargo, lo natural no es necesariamente más saludable que lo químico. De hecho, la diferencia entre natural y químico es difusa.

Además, la naturaleza desarrolla compuestos más impredecibles que los sintetizados en un laboratorio. Y se olvida con frecuencia que los vegetales (los comestibles, entre ellos) acumulan en su organismo sistemas y moléculas de defensa que directa o indirectamente son tóxicos para el organismo humano. Una berenjena, por ejemplo, contiene casi tanta nicotina como un cigarrillo “Light”.

Lo explica mejor J. M. Mulet en su libro Comer sin miedo:

Por lo tanto, la palabra natural solo hace referencia al origen del producto; nos dice que viene de la naturaleza, pero no que sea mejor ni peor. La química nos enseñó hace tiempo que las propiedades de cualquier producto depende de su composición química, es decir, de los átomos y de las moléculas que lo forman... Nada más. Dos alimentos que tengan los mismos átomos enlazados de la misma manera para formar las mismas moléculas tendrán exactamente las mismas propiedades, incluido el sabor, color, olor y, por supuesto, beneficios o perjuicios para la salud, independientemente de dónde y cómo se hayan obtenido; ya sea de la naturaleza o mediante síntesis química.

La diferencia entre natural y artificial es difusa porque la naturaleza no nos da de comer. La mayoría de las sociedades que viven "en la naturaleza" presentan deficiencias en la nutrición. La mayoría de las cosas que comemos solo existen gracias a la intervención humana. Todas las especies que nos dan de comer han sido seleccionadas, criadas y domesticadas.

Para plasmarlo de una forma más gráfica, un profesor de Química ha hecho un seguimiento de los ingredientes de distintos alimentos naturales, como un plátano.

Algunas personas se preocupan por los ingredientes catalogados con "números E" (por ejemplo, glutamato monosódico, que es E621), pero un plátano 100 % natural, sin incluir pesticidas, fertilizantes ni insecticidas, también llevan su equivalente.

Para desarrollar estos gráficos, calculó la composición porcentual de todos los ingredientes y escribió una etiqueta de "ingredientes" para cada fruta utilizando números E cuando fuera posible.

Por ejemplo, la antocianina, de la que tantas bondades se han contado, también se la conoce como E163, que suena más químico y malo, pero no lo es. Miles de ingredientes minoritarios como el ADN se han omitido por razones de brevedad.

Vía | James´reading list

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