La cerveza mala que se vuelve buena incluso si lleva unas gotas de vinagre

La primera vez que comí sushi no vomité a pesar de que pensar en el sushi me producía arcadas. La razón no fue otra que mi ignorancia: ignoraba totalmente que en la ensalada que estaba comiendo había fragmentos de sushi, así que aquella ensalada me pareció correcta. Sin embargo, la segunda vez que comí esa ensalada, ya sabedor de que había sushi, sufrí arcadas. (Ahora adoro el sushi, no sufráis).

Esta pequeña anécdota ejemplifica hasta qué punto lo que pensamos influye en el sabor de las cosas. Las expectativas previas influyen poderosamente en la visión de los acontecimientos posteriores, incluidos los que competen a nuestras papilas gustativas. Este efecto también se produce en el consumo de cerveza.

En un experimento realizado en el MIT por el psicólogo Dan Ariely se sirvió a los clientes de un bar de Boston dos cervezas. La primera era una Budweiser, y la segunda una Budweiser con dos gotas de vinagre balsámico por cada onza de cerveza.

La cata de los clientes era a ciegas: no sabían que marca de cerveza estaban consumiendo. Muchos clientes escogieron la cerveza aliñada con vinagre.

Sin embargo, si antes de la probatura se informaba al cliente de que en la cerveza B se le había añadido vinagre, entonces la gente arrugaba la nariz al probar la cerveza B y prefería la A, la Budweiser original.

Lo que parecía ocurrir es que si a una persona le decías que lo que iba a probar probablemente iba a tener mal sabor (y cerveza con vinagre no suena nada bien), entonces es probable que notara un gusto más desagradable. Las expectativas previas influye en el sabor. Tal y como explica el propio Ariely en su libro Las trampas del deseo:

Si al llegar a esta parte del libro el lector está considerando la posibilidad de montar una nueva compañía cervecera, especialmente una que se especialice en añadir unas gotas de vinagre balsámico a la cerveza, debe considerar primero los siguientes aspectos: 1) si la gente lee la etiqueta, o se entera del ingrediente, lo más probable es que deteste su cerveza; 2) actualmente el vinagre balsámico resulta bastante caro, de modo que es posible que, a pesar de hacer que la cerveza sepa mejor, la inversión no merezca la pena; más vale que fabrique una cerveza de mejor calidad.

Las expectativas influyen tanto en nuestra percepción del sabor que, en realidad, a la mayoría de la gente parece gustarle más la Pepsi que la Coca-Cola, pero solo si previamente no sabe lo que está tomando. Si lo sabe, entonces prefiere Coca-Cola. Podéis leer el experimento completo en ¿Por qué Pepsi se vende menos que Coca-Cola si Pepsi sabe mejor para la mayoría de la gente?

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