¿De qué depende que toquemos el claxon de nuestro coche?

Imaginaos la escena. Estáis esperando que el semáforo se ponga en verde. Lo hace… y el coche que tenéis delante no se mueve. Pasan dos, tres, cuatro segundos… ¿cuánto tardaréis en tocar el claxon (o, en su versión más amable, hacerle luces largas)?

También cabe preguntarse: ¿cuántas veces sonará el claxon? ¿Por cuánto tiempo? ¿A quién se lo tocaremos? ¿Quién lo tocaría?

Todas estas variables no son aleatorias, responden a nuestros prejuicios, por ejemplo, y en general a todos los parámetros de la psicología social que se despliega en la calle. Importa el sexo, la clase social, la experiencia al volante, el lugar, la herencia cultural, la hora del día, la cantidad de coches que hay alrededor, etc.

Por ejemplo, es más probable que un conductor de una gran ciudad, rodeado de desconocidos, recurra más al bocinazo que el conductor de un pueblo pequeño, donde es más probable que esté avisando a una persona conocida.

Incluso importa qué esté haciendo el conductor que tenemos delante. Por ejemplo, si está manteniendo una conversación a través del teléfono móvil, es más probable que pitemos con mayor frecuencia y durante más tiempo (más si somos hombres que si somos mujeres, aunque las mujeres también expresaran su ira de forma visible).

En otro estudio estadounidense clásico, repetido en Australia, el estatus del coche que no se movía era el factor determinante. Cuando el coche parado era de “gama alta”, los conductores de detrás tenían menos probabilidades de pitar que cuando el causante del tapón era un coche más barato y antiguo. Un estudio en Munich invirtió la ecuación, manteniendo el mismo coche que bloqueaba (un Volkswagen Jetta) y observando en cambio a quienes pitaban; si han conjeturado que los conductores de Mercedes pitaban antes que los de Trabant, han acertado. Un estudio parecido realizado en Suiza no halló este efecto, lo que sugiere que las diferencias culturales, como la reserva y el amor por la calma suizos, quizá se hayan dejado notar.

Como podéis imaginar, si la persona que entorpece el paso a los demás vehículos es una mujer, recibirá más bocinazos que si es un hombre (y también las propias mujeres le lanzarán más bocinazos a las otras mujeres). En otro estudio en Japón, los que llevaban la L de conductor novel también recibían más bocinazos que el resto, como si así aleccionaran al conductor inexperto.

Igualmente, en diversos países europeos se pita más al que lleva un coche con matrícula de un país extranjero. Los conductores franceses, españoles e italianos son más rápidos en usar el claxon que los alemanes, sobre todo los italianos.

Porque la vida y la carretera hacen emerger idénticos modelos mentales, estrategias, creencias y estereotipos en todos nosotros.

Todos estos estudios fueron recogidos por Journal of Social Psychology (2006, 1996, 1971, 1976 y 1968), Australian Journal of Psychology (1968) y Psychological Reports (2004).

Vía | Tráfico de Tom Vanderbilt

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