Cuando eres hombre y mujer simultáneamente: el bigénero

En Estados Unidos ya es legal que contraigan matrimonio personas del mismo sexo. Porque hay personas que nacen con esa inclinación. Eso no es natural ni antinatural, de hecho ni siquiera es importante averiguarlo (también es antinatural llevar gafas y nadie dice nada… bueno, cuando se inventaron, sí). Tampoco es importante averiguar si es una enfermedad o no lo es (según el DSM no lo es, porque una enfermedad debería ser algo que menoscaba de algún modo el bienestar de un individuo, y sentirse atraído por hombres o mujeres no lo hace). Para asimilar hasta qué punto todas estas consideraciones son solo culturales y estériles vale la pena la lectura de la novela de ciencia ficción La guerra interminable, de Joe Haldeman. Os alucinará.

La homosexualidad es una manifestación más de la sexualidad humana (y también de la animal, en algunos casos). Es poco común y no está orientada a la reproducción, pero eso tampoco es malo, como no lo es nacer estéril o sin la ambición de procrear (precisamente no estamos en un mundo donde necesitamos más personas con capacidad de reproducción, como bien saben los sacerdotes, que también han decidido no procrear).

También la transexualidad es otra manifestación de la sexualidad humana. O el bigenderismo, es decir, personas que alternan periódicamente estados de identidad sexual masculina y femenina.

El bigenderismo

Uno de los estudios más detallados sobre la condición bigénero la realizó en 2012 el neurocientífico Vilayanur Ramadhandran. Según su estudio, el bigenderismo es una subcategoría de la condición del transgénero. En él se analizan 32 personas bigénero (11 anatómicamente mujeres y 21 anatómicamente hombres). Tal y como explica Pere Estupinyà en su libro S=EX2:

Sobre la frecuencia de los cambios, veintitrés de los treinta y dos individuos alternaban identidad masculina y femenina varias veces a la semana, catorce de ellos a diario, seis como mínimo una vez al mes, y tres algunas veces al año. La mayoría definía estos cambios como involuntarios, pero diez de ellos decidía que eran predecibles. (…) Un dato curioso fue que la orientación sexual algunas veces cambiaba con la alternancia de identidad, pero otras no.

Todo parece indicar que la condición bigénero tiene una causa biológica, que ha llevado a Ramachandran a acuñar la condición neuropsiquiátrica llamada incongruéncia de género alternante o AGI.

Con la creciente tendencia a evitar la creación de más desórdenes mentales que patologicen la diversidad de nuestra conducta, no parece que el AGI vaya a prosperar, pero seguramente sí va a mantenerse el concepto de que al igual que la orientación sexual y el sexo gonadal no son estancos, la propia identidad de género también podría ser más ambigua de lo que hemos estado imaginando.

En todo caso, deberíamos distinguir entre el sexo de una persona (ser biológicamente macho (XY) o hembra (XX)) y el género, que es el rol en el que la persona se identifica (hombre, o mujer).

Imágenes | Pixabay

Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com

VER 7 Comentarios

Portada de Xataka Ciencia