Animales que son estrellas de la música, y humanos que quieren ligar

La familia de los Turdidae, así como otros pájaros, emplean la escala pentatónica para interpretar sus cantos: es decir, una escala formada por cinco notas característica también de diversas culturas humanas que abordan desde la música popular africana hasta el Rock ‘n’ Roll.

El chochín común usa la escala dodecafónica, en la cual se basa la música europea moderna.

La diversidad del canto de los pájaros se debe a que ésta no está programada genéticamente, tal y como ocurre con los perros, por ejemplo, que ladran de la misma forma durante toda su vida. Los pájaros sienten placer cuando modifican su canto una y otra vez. Tal y como señala Christopher Drösser en su libro La seducción de la música:

Algunos incluso toman los cantos de otros congéneres y los hacen suyos incorporando algunas variaciones. Los mímidos mexicanos, por ejemplo, son conocidos por su dominio del canon: un pájaro comienza un tema y el siguiente repite la melodía. (…) Otros pájaros, por el contrario, emplean unas áreas tonales ajenas a nuestros oídos, donde la distancia entre los tonos es mucho menor que en la música humana.

Las ballenas también pueden emitir cantos tan largos como los de una sinfonía, empleando la estructura A-B-A: en la primera parte se presenta el tema, en la segunda parte se modifica dicho tema, y al final se vuelve a recuperar la forma original. Es decir, algo parecido a lo que hacen los músicos de jazz. Hasta el punto de que Patricia Gray ha llegado a componer una pieza para saxofón piano y ballena.

Si bien estos paralelismos entre la música animal y humana son sorprendentes, quizá no sean tan similares como parecen. Por ejemplo, los investigadores más escépticos de la música animal, por ejemplo, señalan que ésta carece de significado. Por el contrario, tal y como afirma Steven Mithen en su libro Los neandertales cantaban rap, un pájaro puede inventar miles de canciones a lo largo de su vida, pero “todas significan los mismo: soy un macho joven”.

No obstante, ¿acaso los cantantes no tratan también de enviar fundamentalmente este mensaje, en una especie de subtexto de todas sus letras y melodías? ¿Acaso los intérpretes no gozan de una mayor popularidad sexual sencillamente porque son intérpretes?

Podéis leer un artículo donde profundizo en esta cuestión en ¿Los escritores sólo escriben a cambio de sexo? (I), (II).

Y, en cualquier caso, tal y como razona Christopher Drösser:

Resulta curioso que los mejores cantores del reino animal se hallen en ramas tan distintas del árbol genealógico de los animales vertebrados. El último antepasado común del hombre, el pájaro y la ballena vivió hace millones de años, probablemente era un reptil y prácticamente ninguno de sus descendientes es musical. Tampoco el aparato fonador de las especies que cantan es comparable, de manera que cabe extraer la siguiente conclusión: el canto, música o no, ha sufrido diversos cambios a lo largo de la evolución. Eso ha sucedido también en otros fenómenos como el ojo.

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