Aumenta la desconfianza en la ciencia, sobre todo si eres republicano y el tema es el cambio climático

La ideología política, la religiosidad, la moralidad y el conocimiento científico influyen en la confianza que depositamos en los científicos. En lo tocante al cambio climático, el predictor de esta confianza más poderoso es simplemente la ideología política.

Además, no solo la desconfianza hacia la ciencia crece entre los republicanos de Estados Unidos, sino también la ignorancia a la hora de mencionar al menos un científico vivo (sobre todo si es experto en el clima).

Científicos vivos

Según una serie de estudios recientes, hay una rápida disminución en el conocimiento y la simpatía por los científicos y las instituciones donde trabajan muchos de ellos, especialmente entre los votantes republicanos y lectores republicanos.

Los políticos del mismo partido que ahora gobiernan en más de 32 estados, la Casa Blanca y el Congreso, son conscientes de estos sentimientos.

En 2011, una encuesta realizada por Research! América sugería que el 66 por ciento de los estadounidenses encuestados no podía nombrar a un científico vivo. En 2016, se repitió la encuesta y los resultados fueron mucho peores. Hoy, el 83 por ciento de los estadounidenses encuestados no puede nombrar a ningún científico vivo, un aumento de 17 puntos en solo cinco años.

Además, del puñado de científicos que el público puede determinar correctamente no hay mujeres, ni científicos del clima. Y el sociólogo Gordon Gauchat ha demostrado que los conservadores políticos de Estados Unidos se han vuelto más desconfiados hacia la ciencia, una tendencia que comenzó en los años setenta.

Estos resultados apuntan a una necesidad urgente de que la comunidad científica reconsidere su forma de acercarse al público y reintroduzca la ciencia como un actor imparcial y confiable, un empleado que puede ayudar a las comunidades a abordar sus problemas.

Con todo, los datos también revelan que aumentar el conocimiento científico sin más no es suficiente. Hay que tratar de que la ideología, y otros sesgos, no influyan en cómo se percibe la ciencia y qué se hace con su conocimiento. El problema es, pues, multifactorial, y abordarlo no será fácil. Sin embargo, tenemos que intentarlo para no encaminarnos cada vez más a Idiocracia.

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