Las diez mejores prácticas para una Agricultura Sostenible (I)

En esencia, la Agricultura Sostenible se puede describir como la práctica de la agricultura ecológica. En lugar de centrarse sólo en la viabilidad económica de los cultivos, implica también el uso eficaz de los recursos no renovables, dando lugar a alimentos nutritivos y mejorando la calidad de vida de los propios agricultores.

Además de los beneficios obvios, la agricultura sostenible también permite a los agricultores transformar sus fincas en grandes centros de reciclaje, ya que se pueden convertir los residuos de cultivos y el estiércol en fertilizantes y el agua de lluvia puede servir para alimentar el sistema de riego.

Esto no sólo ahorra dinero, sino que también conserva los recursos naturales.

¡Empecemos la cuenta atrás!

10: Rotación de cultivos

La rotación de cultivos es probablemente el sistema más antiguo y simple, se utiliza, sobre todo, para mantener la salud del suelo.

Aunque no lo parezca, la rotación de cultivos tiene un orden lógico elegido para que los cultivos plantados actualmente puedan ayudar a reponer los nutrientes del suelo que los cultivos anteriores agotaron.

Las ventajas de la rotación de cultivos van desde la prevención de la transmisión de enfermedades y reducción de plagas, hasta el mejor control de malas hierbas.

Dado que la mayoría de estos problemas afectan a un determinado tipo de cultivo, se pueden erradicar cambiando el tipo de cultivo.

Para esta rotación se deben alternar plantas de distintas familias y con necesidades nutritivas distintas (exigencias de materia orgánica, consumo de agua, etc.). También es muy recomendable introducir alguna leguminosa en el ciclo por el aporte de Nitrógeno al suelo, algo muy beneficioso.

9: Diversidad de Cultivos

Se trata de otro método para ayudar a proteger los cultivos contra las enfermedades y plagas.

Los agricultores pueden sembrar variaciones de la misma especie, obteniendo semillas que aseguran pequeñas pero importantes diferencias entre plantas.

Estas variaciones garantizan la diversidad genética, lo que hace que los cultivos sean más fuertes y resistentes. Por ejemplo, si diez variedades de maíz se sembrasen al mismo tiempo y mezclados entre sí, lo más probable es que bajo el ataque de una plaga no afectará a todas, lo que reduce la necesidad de pesticidas y la reducción de pérdidas económicas.

Desafortunadamente, la diversidad de cultivos como práctica sostenible ha ido disminuyendo, como es el caso de los guisantes en USA. La variedad de guisantes en 1903 superaba el valor de 400. Hoy en día, el 96 % de los cultivos de guisantes cultivados en los Estados Unidos provienen de tan sólo dos variedades.

Imagen | AECC

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