Mejor no romper el ritmo circadiano

Tenemos una especie de reloj interno que controla nuestros ritmos de sueño y vigilia. Se llama ciclo circadiano. Y es bastante fiable, pero si se aísla a un sujeto de manera que no vea la luz del sol y no pueda saber si es de día o de noche, este reloj se desajusta. No respetar esos ritmos puede traer consecuencias malas, bien para el organismo, bien para el desempeño de nuestro trabajo o cualquier cosa que queramos hacer. Nos lo explica Hugh Aldersey-Williams en su libro Anatomías.

En primer lugar, ¿para qué sirve exactamente el sueño? ¿No sería mejor evolutivamente estar siempre preparados para defendernos en caso de ataque? Si realmente dormir no sirve para nada, afirma Allan Rechtstchaffen, entonces es el mayor error que haya cometido jamás el proceso evolutivo. Una de las formas de averiguar la función de un órgano en el cuerpo humano es extirparlo y ver qué pasa.

Rechtstchaffen y sus colegas de la Universidad de Chicago llevaron a cabo unos famosos experimentos con ratas a las que privaban de sueño. Comían más de lo normal, aunque perdían peso y duplicaban su gasto energético. Las ratas privadas de sueño pierden el control de su temperatura corporal y desarrollan irritaciones en patas y cola que no llegan a curarse. Después de aproximadamente dos semanas y media mueren. Más rápido que si se las privara de alimento.

Ninguno de estos experimentos, por razones obvias, ha sido practicado con humanos. Pero en 1965, Randy Gardner, un estudiante de último año de instituto, se privó a sí mismo de sueño durante 264 horas para batir el récord mundial como parte de un proyecto para la Feria Científica de San Diego. Después de once días seguidos sin dormir no sufrió problemas médicos graves ni psicosis, pero mostraba déficits de concentración, motivación y percepción, como le ocurrió a William Dement, que le estuvo observando.

Dement comenzó a pasar las noches en casa de Gardner el segundo día del experimento para asegurarse de que el joven permanecía despierto y registrar su salud física y mental. Al quinto día sin dormir, él mismo, Dement, condujo el coche en contradirección por una calle de sentido único y casi chocó con un coche de policía.

La somnolencia se considera una causa principal de accidentes en prácticamente todas las formas de transporte. Fue un factor clave en el accidente del Exxon Valdez de 1989, que vertió millones de toneladas de crudo al mar. El oficial de cubierta que controlaba el petrolero en aquel momento sólo había dormido seis horas en dos días. Lo mismo sucedió cuando una barcaza embistió un puente en una carretera interestatal en Webber Falls, Oklahoma, matando catorce personas. La noche antes del lanzamiento del Challenger, los directivos de la NASA habían dormido apenas dos horas.

Un brillante cirujano que trabajó a principios del siglo XX en el Jons Hopskins Hospital de Baltimore, Steward Halsted, propiciaba la idea de que los jóvenes médicos tenían que trabajar 24 horas diarias, lo mejor para visitar tantos pacientes como fuera posible. Lo que no todo el mundo sabe es que Halsted era adicto a la cocaína.

¿Os gustaría que os atendiese un médico que hubiera estado sin dormir 24 horas? En un estudio que se hizo en Harvard en 2006 vieron que los médicos que tenían turnos maratonianos tenían un 61% de probabilidad en clavarse una aguja o un escalpelo, exponiéndose a enfermedades infecciosas. Extrapolemos el tema: camioneros, trabajadores de centrales nucleares, pilotos de avión, etc.

El rendimiento de la media hora después de despertarnos es peor que si hubiéramos estado levantados 24 horas. Esto lo descubrieron las fuerzas aéreas norteamericanas en los años 1950 que establecieron la práctica de enviar a sus pilotos a dormir cada noche en la cabina de sus reactores en la pista de manera que estuvieran listos para despegar. Entonces, se les despertaba y se les ordenaba despegar. La tasa de accidentes se disparó y la práctica fue prohibida.

Los ritmos circadianos tienen sus consecuencias físicas que podemos aprovechar. Según los cronobiólogos esto es un problema porque el cuerpo procesa las mismas dosis de un medicamento de manera diferente en función de la hora del día. Un estudio hecho en 2006 reveló que en los ratones, al menos, el reloj circadiano dirige los ritmos de los genes que permiten al cuerpo responder a las medicinas y a otras sustancias extrañas. Otro estudio apunta que la anestesia de los dentistas dura más por la tarde que por la mañana.

Francis Lévi, médico del Hospital Paul Brousse de París, afirma que en quimioterapia los ritmos circadianos son claves a la hora de saber a qué hora debería aplicarse en sus pacientes con cáncer. La mayor parte de los pacientes recibe el tratamiento cuando el horario es bueno para el hospital. Pero hay que saber que las células de ciertos tipos de linfoma tienden a dividirse más entre las 9 y 10 de la noche, mientras que las células intestinales tienden a hacerlo a las 7 de la mañana; mientras que la médula ósea tiende a hacerlo al mediodía.

William Hrushesky, investigador en la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur, observó que las células que recubren las paredes intestinales proliferan 23 veces más durante el día que durante la noche. Cabría esperar que un agente quimioterapéutico que se sabe que daña los intestinos y la médula ósea fuera menos tóxico y más efectivo si se administrara por la noche.

Se ha llegado a relacionar probabilidad de incidencia de cánceres de mama en enfermeras que trabajaban en horario nocturno durante 10 años; al igual que un estudio japonés con unos 14.000 hombres concluyó que los trabajadores que variaban de turno diurno y nocturno tenían el triple de probabilidad de padecer cáncer de próstata que los que no hacían estos horarios.

Incluso las comidas ricas en grasas tardan más en digerirse que las ricas en proteínas o carbohidratos y se necesita un 50% más de tiempo para vaciar un estómago en una cena que en un desayuno, ya que la velocidad de las movimientos peristálticos es la mitad por la noche que por el día. Por otro lado, el alcohol ingerido a primera hora del día es más intoxicante que la misma dosis al anochecer. Aunque mejor, no tomar alcohol.

Fuente:

Hugh Aldersey-Williams | Anatomías

Foto | Neil Sequeira

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