El síndrome de Klinefelter: cuando casi no tienes pelo

Decía Juvenal, poeta de la antigua Roma, que “un cuerpo velludo y unos brazos firmes y peludos son promesa de un alma varonil“. Y no iba muy desencaminado el bueno de Juvenal. La falta de pelo puede ser síntoma de falta de virilidad, aunque ahora se lleve lo de depilarse.

Cuando un hombre no se tiene que afeitar y apenas tiene pelo en el pecho, en el pubis o en las axilas, puede que esté padeciendo un trastorno cromosómico llamado síndrome de Klinefelter. (Una anomalía bastante infrecuente, no os empecéis a contar los pelos ahora).

Otras señales de este síndrome son una altura más elevada de lo normal, cuerpo en forma de pera, órganos genitales pequeños y, en ocasiones, pechos grandes.

Pero no es obligatorio presentar todas estas señales: algunos hombres no saben que padecen este síndrome hasta que su pareja y él consultan a un experto en fertilidad: los hombres con Klinefelter suelen tener índices de testosterona anormalmente bajos y niveles altos de estrógenos, y con frecuencia sufren de esterilidad y de disfunciones sexuales.

Los hombres con síndrome de Klinefelter también tienen un mayor riesgo de padecer osteoporosis y algunos graves trastornos autoinmunes, como artritis reumatoide y lupus. También aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer de mama, o de testículos, así como enfermedades pulmonares.

Se cree que Carlos II de España sufrió este síndrome, debido fundamentalmente a los sucesivos matrimonios endogámicos de sus antepasados y falta de sangre nueva.

Al menos, los Klinefelter no tienen que afeitarse cada mañana. Como curiosidad, en el siglo XVI, el zar ruso Iván el Terrible declaró que afeitarse la barba era pecado. Cuando Pedro el Grande accedió al trono, opinaba que una cara afeitada era un signo progresista: consideraba la barba como algo antiguo y ridículo. Incluso impuso un “impuesto sobre la barba” a los hombres que seguían dejándosela crecer; aunque los sacerdotes y los campesinos estaban eximidos del pago de este impuesto.

Con un tratamiento a base de testosterona, a los hombres con Klinefelter puede crecerles el pelo y pueden llevar una vida sexual más satisfactoria; y ser objeto de contemplación de Juvenal.

Vía | Escucha tu cuerpo de Joan Liebmann-Smith

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