Un nuevo algoritmo sugiere que en el nuestro planeta hay unas seis aves por cada ser humano

En el mundo podría haber unos 50.000 milones de aves, unos seis pájaros por ser humano, que pertenecerían a 9.700 especies diferentes, incluidas las aves no voladoras como los emús y los pingüinos.

Eso es lo que ha colegido un nuevo algoritmo entrenado con macrodatos extraídos de observaciones de la ciencia ciudadana que ha desarollado investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur. Este es así el primer esfuerzo exhaustivo para contar un conjunto de otras especies.

Existe necesidad de continuar refinando las estimaciones

El big data para entrenar el algotimo procede de casi mil millones de avistamientos de aves registrados en eBird, una base de datos en línea de observaciones de aves realizadas por ciudadanos científicos. Este cálculo tuvo en cuenta la "detectabilidad" de cada especie, es decir, la probabilidad de que una persona haya visto esa ave y enviado el avistamiento a eBird. La detectabilidad puede incluir factores como su tamaño, color, si vuelan en bandadas y si viven cerca de las ciudades.

Sólo cuatro especies de aves pertenecían a lo que los investigadores llaman el club de los mil millones: especies con una población mundial estimada de más de mil millones. El gorrión común (1.600 millones) encabeza este exclusivo grupo, que también incluye al estornino europeo (1.300 millones), la gaviota de pico anillado (1.200 millones) y la golondrina común (1.100 millones). Y alrededor del 12% de las especies de aves incluidas en el estudio tienen una población global estimada de menos de 5.000 ejemplares. Entre ellas se encuentran especies como el charrán crestado chino, el mirlo acuático y el rascón invisible.

Según explica el autor principal del estudio, Corey Callaghan, que realizó la investigación mientras era investigador postdoctoral en la UNSW Science:

Aunque este estudio se centra en las aves, nuestro método de integración de datos a gran escala podría servir de modelo para calcular la abundancia específica de otros grupos de animales. Cuantificar la abundancia de una especie es un primer paso crucial para la conservación. Contando adecuadamente lo que hay, aprendemos qué especies pueden ser vulnerables y podemos seguir cómo cambian estos patrones a lo largo del tiempo, en otras palabras, podemos entender mejor nuestras líneas de base.

Aunque el equipo de investigación confía en sus estimaciones, reconoce que es inevitable cierto grado de incertidumbre cuando se trabaja con grandes conjuntos de datos como éste. Por ejemplo, las personas que documentan los avistamientos pueden ser más propensas a buscar especies raras. Así que el equipo de investigación tiene previsto repetir su análisis a medida que se disponga de más datos.

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