Las frutas y verduras que compras aún están vivas

A la hora de verter una opinión sobre bioética, desde la conveniencia del aborto hasta la del consumo de animales o el maltrato animal, hemos de trazar líneas arbitrarias que delimiten, por ejemplo, qué clase de vida es susceptible de nuestro respeto y qué vida no lo es.

Sin líneas arbitrarias, incluso apagar un videojuego podría constituir el asesinato de sus personajes. Y también lo podría ser, por ejemplo, comernos una zanahoria. Por eso las líneas, ya que son arbitrarias, deben de estar fundadas en la mayor cantidad de conocimientos y evidencias posibles.

El tema de las zanahorias no es en absoluto baladí (tampoco lo son las inteligencias artificiales), sobre todo si prestamos atención a un estudio de investigadores de la Universidad de Rice (EEUU) que, en el último número de la revista 'Current Biology', sugieren que los vegetales que compramos a diario siguen vivos ya que, incluso después de la cosecha, responden a las señales de luz y, por lo tanto, cambian su biología mejorando su resistencia ante los insectos y sus valores nutricionales.

Como imaginaréis, la definición de vida también está continuamente en revisión, y también deben trazarse líneas más o menos arbitrarias.

El propósito del estudio, sin embargo, no era filosófico, sino sencillamente poner en alerta sobre el mejor momento en que podemos consumir vegetales, tal y como explica Janet Braam, investigadora de la Universidad de Rice y coautora del estudio, en declaraciones a la agencia SINC:

Este trabajo muestra que las verduras y las frutas después de recolectarlas responden a los tratamientos externos y, por lo tanto, debemos pensar en ellas como plantas vivas. (...) Tal vez deberíamos guardar nuestras verduras y frutas bajo ciclos de luz-oscuridad, y elegir el mejor momento para cocinarlos y comerlos con el fin de aumentar su valor nutricional.

Según Braam y su equipo, si los relojes circadianos de la poscosecha de las verduras y frutas se mantienen después de la recolección, y si controlan los niveles de nutrientes y fitoquímicos importantes para la salud, puede ser beneficioso mantener su reloj y comer o cocinar las verduras y frutas en los momentos del día en que más se enriquecen de estos metabolitos beneficiosos.

Por ejemplo, las verduras crucíferas, como la col, el brócoli y las coles de Bruselas, acumulan glucosinolatos, que tienen efectos anticancerígenos. Por lo tanto, los expertos creen que este trabajo puede mejorar el almacenamiento de alimentos para que los alimentos sean más saludables.

Volviendo al aspecto filosófico del asunto, y a fin de generar un poco de debate, estos descubrimientos también deberíamos hacernos plantearnos por qué prestamos tanta atención a determinados animales (normalmente los bonitos... a las cucarachas que las zumben), y no a determinados vegetales; por qué se presta atención a la vida natural y no a la artificial, etc.

La diferencia entre una postura moral defendible y un sentimiento visceral atávico es que con la primera podemos dar razones de por qué es válida nuestra convicción. La ciencia, en ese sentido, sobre todo la biología, puede surtirnos de razones objetivas y sólidas.

Porque la intuición personal acostumbra a ser altamente peligrosa en muchas ocasiones. Un ejemplo burdo: si una computadora simulara un comportamiento muy parecido al de un ser humano gracias a una Inteligencia Artificial sumamente avanzada, podría dar gato por liebre a más de uno y hacerle creer que tras la computadora hay un ser humano. Hoy en día nos aproximamos bastante a esta frontera: si participamos en un videojuego online, ¿sabemos siempre, sin ninguna duda, quién es un ser humano y quién, una máquina?

Tenedlo en cuenta la próxima vez que os comáis una zanahoria.

Podéis alimentar el debate con Encuesta: ¿comeríais cerdos insensibles al dolor?

Vía | AgenciaSINC

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