Ese apéndice sobrenatural que es nuestra nariz (I)

Érase un hombre a una nariz pegado. La napia de Cyrano. Pinocho y su nariz que crece a base de mentiras. El picor de la nariz de Clinton cuando negó que había mantenido sexo con Mónica Lewinsky. Sin duda la nariz ha hecho correr mucha tinta.

Pero probablemente lo más asombroso de la nariz ha sido poco divulgado: después de todo, la mayoría de gente que ha escrito sobre la nariz apenas tenía conocimientos profundos sobre ese apéndice sobrenatural que todos tenemos en mitad de la cara.

Por eso voy a explicaros aquellos aspectos de la nariz que apenas pueden leerse en novelas, periódicos o manuales del colegio.

Aunque el olfato de los perros nos deja como deficientes nasales, lo cierto es que nuestro olfato es más poderoso de lo que parece. Según las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Vanderbilt, la gente puede detectar el olor de sus parientes de una forma sorprendentemente precisa.

No solamente 19 niños de 24 fueron capaces de identificar a sus hermanos sólo por el olor de sus camisetas usadas, sino que 16 de 18 padres pudieron encontrar a sus hijos solamente por el olor.

Nuestra nariz es capaz de seguir una pista, si está dispuesta a olfatear el suelo cuando un pie desnudo o con calcetines ha pasado por allí hace poco tiempo.

Aunque nos solemos compadecer de los ciegos y los sordos, apenas lo hacemos de los que han perdido el sentido del olfato, por considerarlo un sentido menor a la hora de registrar la realidad. Pero lo cierto es que la pérdida del olfato, la anosmia, puede ser muy traumática.

La pérdida unilateral del olfato no suele provocar aparición de síntomas. La bilateral, conocida como anosmia bilateral, suele acompañarse de insensibilidad gustativa. La parosmia, o distorsión del sentido del gusto, provoca que todos los alimentos tengan el mismo olor repelente.

La causa más frecuente de anosmia es un golpe en la cabeza. Suele ser persistente, pero cuando se recupera puede pasar de anosmia a parosmia (o disosmia).

Las feromonas, sustancias químicas producidas por algunos animales que sirven para inducir el cortejo, la conducta agresiva y demás, se estudian progresivamente desde el punto de vista humano. Aunque todavía no está claro si nuestro órgano vomeronasal aún es capaz de captar las feromonas, lo cierto es que éstas pueden conducir a un adelanto de la menstruación, o en comunidades femeninas cerradas, a una menstruación sincronizada.

Vía | La mente de Antonhy Smith / El ombligo de Adán de Michael Sims

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