Tormentas solares ¿algo de lo que preocuparse?

De un tiempo a esta parte se han producido multitudes de tormentas solares de las que la mala prensa se hizo eco, atormentando a todos con el Fin de los días. De siempre han existido estas tormentas pero ¿qué peligro pueden tener? ¿Acaso es posible que alguna de éstas alcance la Tierra carbonizando todo a su paso?

Las erupciones solares, conocidas también como llamaradas, se producen con regularidad pero su impacto en la Tierra es mucho menos dramático que en las películas.

No hay evidencias para sugerir que alguna vez hayan tenido un impacto destructivo sobre la vida en la Tierra.

Las erupciones solares son básicamente una liberación de energía del Sol y por lo general ocurren alrededor de las manchas solares, donde emergen intensos campos magnéticos de la superficie del Sol hacia la corona.

El campo magnético se rompe y libera energía, en forma de rayos-x, que tarda unos ocho minutos en llegar a la Tierra donde es absorbida por la atmósfera superior o ionosfera a unos 100 kilómetros por encima de nosotros.

Cuando este tipo de energía choca con la Tierra no nos damos cuenta. El único impacto que puede tener es a los usuarios de onda corta, ya que pueden experimentar algunos desvanecimientos

Afirma el Dr. Dr David Neudegg, del Australian Ionospheric Prediction Service.

Lo que puede causar más trastornos a la tecnología son las eyecciones de masa coronal (CMEs), que a menudo acompañan a las erupciones solares más grandes.

Según comenta Neudegg, las CMEs transportan masa en forma de protones y átomos de helio, así como una onda de choque, mientras que las erupciones solares no.

Tardan unas 40 horas para llegar aquí pero la gran mayoría suele perderse, dispersándose en todas direcciones, lo que convierte a la Tierra en un objetivo muy pequeño. De la parte que no se pierde se encarga el campo magnético de la Tierra, que protege a la ionosfera alrededor de 70.000 kilómetros de distancia.

El efecto de una CME depende de la orientación del campo magnético del Sol, que cambia la polaridad aproximadamente cada 22 años, pero varía su dirección norte-sur cerca de la Tierra cada pocas horas.

Si la orientación del campo magnético del Sol se alinea con el campo magnético de la Tierra en el momento de la onda de choque de una CME, se puede obtener una tormenta geomagnética que causaría grandes corrientes eléctricas en la ionosfera.

Estas corrientes pueden causar impactos en los transformadores y líneas de alta tensión (diseñadas para transportar electricidad a largas distancias), tal y como sucedió en 1989 en Québec, Canadá.

A pesar de que las regiones polares están en mayor riesgo, es posible que algo parecido ocurriera en otras latitudes pero depende mucho la geología y complejidad de la red eléctrica.

Algunos sistemas de tecnología moderna que se basan en los satélites, como el GPS o las comunicaciones de larga distancia, podrían verse afectados también por una CME de gran tamaño.

Pero en general, no hay mucho por lo que preocuparse. El Sol es muy estable, una estrella aburrida en la mitad de su vida, una de las razones por las que la vida ha sobrevivido durante tanto tiempo.

Un caso que realmente puede dañar la vida en la Tierra sería la muerte del Sol, pero eso lo dejamos para dentro de unos 5 mil millones de años.

Vía | ABC Science

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