La zona Goldilocks es mayor de lo que creíamos


En 1959, S. Huang definió la zona de habitabilidad estelar como aquella región alrededor de una estrella en la que, de encontrarse ubicado un planeta o un satélite, la luminosidad y el flujo de radiación incidente permitiría la presencia de agua en estado líqudo sobre su superficie. Y como sabemos, el agua líquida es un requisito fundamental para la vida que conocemos.

Hoy aparece una nueva investigación que asegura que esta zona, conocida como zona Goldilocks, podría ser hasta un 30 por ciento mayor de lo que se pensaba. Esto hace que sea mucho más probable encontrar vida en nuestra galaxia. El estudio analizó la relación entre la radiación proveniente de estrellas enanas —red dwarfs— y la calidad de reflexión de nieve e hielo en los planetas que las orbitan.

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Las enanas rojas son más frías que las estrellas tipo G, como nuestro Sol, y emiten energía en longitudes de onda mayores. La mayor parte de esta energía es absorbida por la nieve y el hielo, mientras que poca es reflejada hacia el espacio. Esto hace que se caliente la superficie del planeta y el consecuente derretimiento de parte del hielo, produciendo agua líquida.

“Sabíamos que las enanas rojas emiten energía en longitudes de onda diferentes, y queremos saber exactamente que podría significar para el albedo —razón entre la energía luminosa que difunde por reflexión una superficie y la energía incidente— de planetas que orbitan estas estrellas”, explicó el Dr. Manoj Joshi del National Center for Atmospheric Science que ha llevado a cabo esta investigación junto a Robert Haberle, del NASA Ames Research Center.

Las enanas rojas, o estrellas M, constituyen el 80 por ciento de las estrellas en nuestra galaxia, y se cree que son de muy larga vida, por lo que la identificación de sus zonas habitables es un objetivo importante.

El efecto albedo de la nieve y el hielo es importante para el clima, porque es parte de lo que se conoce como un bucle de retroalimentación positiva. Un aumento en la cubierta de hielo refleja más radiación, mayor enfriamiento del planeta y por consiguiente, la formación de más hielo. Por el contrario, una pérdida de la capa de hielo implica menos radiación reflejada y más calor absorvido, lo que implica un mayor calentamiento del planeta y más pérdida de hielo. Así que, cualquier cosa capaz de reducir el albedo promedio ,tendrá consecuencias para el clima de esos planetas.

A pesar de nuestra capacidad para explorar el espacio, hasta el momento sólo podemos especular cómo serían los planetas situados fuera de nuestro sistema solar.

Vía | PlanetEarth Online

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