La frase "tú no lo entiendes porque no lo has vivido" funciona justo al revés, según este estudio

La frase "tú no lo entiendes porque no lo has vivido" funciona justo al revés, según este estudio
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Se suele deslegitimar una opinión de alguien sobre cualquier asunto sencillamente porque no ha vivido en primera persona ese asunto. Por ejemplo, si no has vivido una violación, no puedes hablar de violaciones con verdadero conocimiento. Si no vives en Suiza, no puedes hablar de Suiza. Si no eres mujer, no puedes hablar de los problemas que sufren las mujeres.

Sin embargo, esto podría funcionar justo al revés: precisamente porque uno está involucrado en el asunto, le surgen puntos ciegos (emocionales, cognitivos, etc.) que le imposibilitan analizar la situación con suficiente objetividad. En ello abunda en el siguiente estudio.

Emociones poco fiables

La noción 'sé cómo te sientes, yo también he vivido eso' es una forma común de expresar que entendemos los sentimientos de otra persona. Pero un equipo de investigadores de la Universidad de Amsterdam desarrolló una tarea que les permitió probar esta asunción.

En primer lugar, se recopiló una serie de videos en los que las personas compartían espontáneamente una historia auténtica sobre una experiencia emocional negativa por la que habían pasado, como una pareja infiel o un padre enfermo.

A continuación, preguntaron a los observadores de la historia por lo que creían que la persona que contaba la historia esta sintiendo, así como si ellos habían vivido algo parecido. Los investigadores valoraron entonces si había coincidencias entre lo que decía el observador y el narrador.

Contraintuitivamente, los observadores identificaron con menos fiabilidad los sentimientos del narrador cuando habían compartido la misma experiencia.

¿Por qué ocurriría esto? Tal vez porque al hebaer sufrido una experiencia negativa nos cegamos ante la experiencia de otros en esa situación. Es decir, se centra más en sus emociones que en las del otro. De esta forma, pues, es difícil que uno pueda ponerse en la piel del otro, saber mejor cómo se siente.

Esta serie de estudios en los que participaron 800 individuos, pues, nos sugiere que no es una garantía que el otro comparta con nosotros una experiencia para estar más legitimado para opinar sobre ella.

Por lo tanto, las experiencias compartidas pueden hacernos sentir más cerca de los demás, pero al mismo tiempo pueden cegarnos a cómo se sienten realmente.

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