Londres, el lugar de nacimiento de la Revolución Industrial, subproductos de la quema de carbón hasta el Himalaya, a 10.300 km

Londres, el lugar de nacimiento de la Revolución Industrial, subproductos de la quema de carbón hasta el Himalaya, a 10.300 km
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A pesar de su halo romántico y misterioso, que tan bien quedaba en las historias de Sherlock Holmes, la niebla que había en Londres en el siglo XIX era fruto de la terrible contaminación que arrojaba la Revolución Industrial, epicentro de dicha revolución.

La mezcla del frío, una densa niebla, la falta de viento y el humo tóxico generado por la quema de carbón de mala calidad ensució los pulmones de miles de personas, pero no solo de Londres. Se han detectado restos de esta contaminación a más de 10.000 kilómetros.

Himalaya

Un nuevo estudio publicado en PNAS muestra que los subproductos de la quema de carbón en Europa a finales del siglo XVIII llegaron al glaciar Dasuopu, en el Himalaya central, a unos 10.300 kilómetros de Londres. Dasuopu, a 7.200 metros sobre el nivel del mar, es el punto de mayor altitud en el mundo donde los científicos han obtenido un registro climático de un núcleo de hielo.

El hielo que los investigadores evaluaron se formó entre 1499 y 1992, determinó el equipo. Tal y como explica Paolo Gabrielli, autor principal del estudio e investigador principal y científico investigador del Centro de Investigación Polar y Climática Byrd de la Universidad Estatal de Ohio:

La revolución industrial fue una revolución en el uso de la energía. Y así, el uso de la combustión de carbón también comenzó a causar emisiones que creemos que fueron transportadas por los vientos hasta el Himalaya.

Su análisis lo confirmó ya que el equipo encontró niveles más altos que los naturales de una serie de metales tóxicos, incluidos cadmio, cromo, níquel y zinc, en el hielo a partir de alrededor de 1780.

Esos metales son todos subproductos de la quema de carbón, una parte clave de la industria a fines del siglo XVIII y durante los siglos XIX y XX. Los investigadores encontraron que esos metales probablemente fueron transportados por los vientos de invierno, que viajan alrededor del mundo de oeste a este.

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