Libros que nos inspiran: 'Del mito al laboratorio' de Daniel Torregrosa

Libros que nos inspiran: 'Del mito al laboratorio' de Daniel Torregrosa
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Cuando Stalin decidió atacar Finlandia para apropiarse de territorios que le permitieran defender Leningrado ante una probable confrontación futura con Hitler, se concibió una campaña a gran escala que no debía extenderse más allá de dos semanas. La confrontación con el país nórdico, sin embargo, se alargó tres meses y medio y costó la vida de entre 230.000 y 270.000 soldados rusos, poniendo en entredicho la reputación del Ejército Rojo.

Las razones de la resistencia numantina de los finlandeses fueron muchas, como el gélido frío de aquel invierno de 1939-1940. Pero, por encima de todas, había dos que permitieron que el David nórdico le sostuviera la mirada al Goliat soviético: agilidad, puntería y sisu. Las tres características que definen Del mito al laboratorio, de Daniel Torregrosa.

Agilidad, puntería y sisu

Simo Häyhä, con un récord de 505 muertes confirmadas, una media de cinco al día, la mayor cifra en cualquier guerra, fue uno de tantos ejemplos de unos ágiles esquiadores vestidos con uniforme de camuflaje blanco y comandos letales de francotiradores. Con esa agilidad me imagino a Torregrosa escribiendo este libro, que repasa hábilmente el origen mitológico de muchos de los conceptos que se usan en ciencia y tecnología.

Y con la misma puntería de Häyha, da en el blanco sacando a la luz los aspectos menos conocidos de la etimología, la historia, la literatura, la medicina y otras disciplinas que subyacen en la acuñación de términos científicos y la consolidación de ideas de campos como la astronomía, la psicología, la química o la física. Y qué puntería... al poco de empezar a leer pensé: pero ¡qué buena idea! Nunca se había ocurrido que la mitología podía ser un hilo conductor tan estupendo para contar historias de ciencia, tanto a nivel pragmático como estético. Ello agudiza de una forma particularmente interesante el storytelling, que se dice ahora. Por ejemplo, Procusto, que fue el hijo de Poseidón, tiene una historia detrás que ha permitido que su nombre sirva para acuñar un síndrome psicológico, un método matemático empleado en estadística y un término matemático. Al concluir este capítulo, pues, uno ha aprendido acerca de un personaje mitológico, sobre psicología, sobre matemáticas y sobre informática.

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Y aquí es donde hay que reconocer en Torregrosa el sisu que se decía que todos los soldados finlandeses tenían en la sangre, un término esquivo que significa algo así como “agallas”, “osadía”, “coraje” e, incluso, “cojones”, o una combinación de todas ellas. Porque todo eso es necesario, amén de una buena dosis de audacia intelectual, muchas lecturas acumuladas y una mente abierta y flexible, para concebir una obra consiliente como ésta, como diría Edward O. Wilson. Es decir, una obra donde no se traza una línea divisoria entre las dos culturas de Snow, donde ni siquiera hay demarcaciones claras entre distintas disciplinas, sino que plantea el conocimiento, la cultura, como un todo interconectado. A modo de las hipernovelas de Calvino. Donde el aleteo de una mariposa en historia, genera lluvia en psicología, terremotos en física o huracanes en astronomía. Y, por si fuera poco, todo sustentado en una premisa tan original. Porque libros de curiosidades hay muchos, pero pocos con un leit motiv tan poderoso y diferente al resto. Uno que, además, te anima a seguir, para descubrir ese nuevo recodo en el laberinto que es el libro de Torregrosa.

Y, así, tirando del hilo de Ariadna, poco a poco, Torregrosa nos conduce por el laberinto de la cultura, o la Cultura, en enfática mayúscula, en la que todo está conectado con todo de alguna forma, a veces muy evidente, otras tantas muy poco. Todo ello con cercanía, bonhomía, humildad y amor por cada dato, por cada postilla, por cada nueva conexión inesperada. Porque Torregrosa disfruta tanto descubriendo como explicando a los demás lo que ha descubierto, deleitándose así doblemente con la experiencia, un poco vicariamente, a través del gozo de los demás. Y eso se nota en cada página.

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Como se nota cada vez más en la cuidada edición, selección de textos y plantel de autores que presenta que, poco a poco, sin algaradas, Editorial Cálamo se está haciendo un hueco importante en el ámbito de la divulgación científica española con títulos como ¿Quién robó el cerebro de JFK?, de José Ramón Alonso o Vamos a comprar mentiras, de José Manuel López Nicolás.

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