La colaboración es más poderosa que el dinero o la desmonetización de los servicios

La colaboración es más poderosa que el dinero o la desmonetización de los servicios
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El salario parece ser un detalle importante a la hora de decidirnos por un trabajo u otro. Sin embargo, el dinero no parece ser la verdadera motivación que nos empuja a trabajar y a hacer bien nuestro trabajo: en realidad, el dinero es la forma de que hagamos cosas que no nos apetece hacer. Por ello, cabe suponer que las cosas que hagamos con más pasión e interés, con verdaderas ganas, son las que no están retribuidas.

Un buen ejemplo es el caso de los blogs, que se escribir por el mero hecho de que te lean, pero que de un tiempo a esta parte parece que aspiran a una suerte de profesionalización remunerada, como explico en Cuatro cosas que deberías tener en cuenta antes de ser blogger de viajes. Además, todos los servicios que entran en contacto con internet parecen seguir la misma línea: la desmonetización.

Yochai Benkler lo llama «producción entre iguales», entendiendo «iguales» como personas a las que respetas. Esta colaboración parecere haber tornado más interesante la producción individual no remunerada. Como SeeClickFix (Mira, haz clic, arregla), que informa en tiempo real acerca de las cosas que andan mal en el barrio o incluso determinadas calles. O Wikipedia, que ha dejado sin trabajo a los enciclopedistas profesionales.

Clay Shirky, investigador en topología de redes tecnológicas y sociales, profesor adjunto del Programa de Telecomunicaciones Interactivas de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Nueva York, y autor de Excedente cognitivo: creatividad y generosidad en la era conectada, lo tiene claro en la siguiente TED Talk:

Y es que una de las características del siglo XXI es la abundancia de tiempo libre en los países desarrollados, y las herramientas 2.0 permiten usar este excedente de tiempo y talento de manera pública e interconectada para generar cosas mejores de las que creaba el dinero. El crowdsourcing se define como el hecho de externalizar tareas que normalmente son llevadas a cabo por individuos concretos a un grupo de personas o comunidad (multitud) a través de una convocatoria abierta.

¿Y el dinero?

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La reputación y el placer por hacer las cosas son incentivos mayores que el dinero, como sugieren diversos experimentos del psicólogo cognitivo Dan Ariely. La gente también parece más incentivada a hacer algo a cambio de nada antes que a cambio de una pequeña cantidad de dinero, como explica el mismo Ariely en Las trampas del deseo:

Hace unos años, por ejemplo, la Asociación de Jubilados de Estados Unidos (AARP) preguntó a algunos abogados si estarían dispuestos a ofrecer a los jubilados necesitados unos servicios más baratos, más o menos a unos 30 dólares la hora. Los abogados dijeron que no. Entonces el director del programa en la AARP tuvo una brillante idea: preguntó a los abogados si estarían dispuestos a ofrecer servicios gratis a los jubilados necesitados. Los abogados respondieron entonces que sí por abrumadora mayoría.

¿Y el dinero? ¿De dónde saldrá? Habida cuenta de que cada vez hay menos trabajo debido a la sustitución tecnológica, y que en nuestro tiempo libre hacemos más cosas que ayudan a los demás, aunque sea inadvertidamente (como escribir un blog), parece que tendremos que conformarnos con sueldos más pequeños o con ayudas sociales. Con todo, el precio de las cosas no dejará de disminuir, precisamente también gracias a la tecnología, lo que permitirá que vivamos sin la necesidad de ganar tanto dinero. Cuando usas tu smartphone, por ejemplo, usas un dispositivo un millón de veces más barato y mil veces más potente que una supercomputadora de 1970, y te ahorras comprarte la linterna, una cámara, una grabadora, una radio, un GPS, etc. El advenimiento de las impresoras 3D permite revolucionar también el mundo de la creación de artículos.

Lo que parece seguro es que la colaboración entre pares desmonetizará todavía muchos más servicios, y el dinero aún será menos importante en tales actividades, como menciono en este post:

Skype ha desmonetizado las llamadas a larga distancia. Craiglist, los anuncios clasificados. Wikipedia, las enciclopedias. Napster, la industria musical. Youtube empieza a esquilmar la industria audiovisual. Uber los taxis o los coches con chófer. Pero a medida que transcurre el tiempo, la desmonetización la producen redes sociales de personas, no empresas ni trabajadores. Mirad el caso de BlaBlaCar, que permite a cualquier persona pactar con otra persona un viaje en coche, repartiendo gastos. O Couchsurfing, que permite pactar dormir en casa de alguien sin gastos. Kickstarter ha democratizado la innovación. Merkaat ha democratizado la emisión de vídeo en streaming en cualquier momento y en cualquier sitio, como si dispusiéramos de nuestra propia productora de televisión. Tripadvisor y Foursquare ha democratizado la crítica gastronómica, hotelera y de cualquier otro servicio. Lo que caracteriza a todos estos servicios es que nos los enriquece ningún experto, ni profesional, ni persona que cobra dinero por sus servicios. Los servicios se enriquecen y ofrecen más información que nunca antes en la historia debido a la colaboración entre pares, entre semejantes.

Imágenes | Pixabay

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