Los adolescentes deberían entrar más tarde a clase

Los adolescentes deberían entrar más tarde a clase
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En general, la mayoría de adolescentes se acuestan tarde y madrugan mucho para acudir a clase. Un 80% de todos los alumnos estadounidenses de entre trece y catorce años, por ejemplo, no duerme lo suficiente. En los países más ricos en donde hay más déficit de sueño a esa edades, presuntamente porque allí es donde se usa más el móvil y el ordenador a altas horas de la noche.

Pero el problema no es de los adolescentes, sino de los horarios escolares. De hecho, las clases deberían empezar más tarde si aspiramos a que los alumnos obtengan un mayor rendimiendo.

Ritmos circadianos

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Durante la adolescencia, los ritmos circadianos experimentan un cambio importante, por lo que la persona se siente particularmente soñolienta por las mañanas, y prefiere alargar más su vida de noche. No es una mala costumbre del adolescente, sino una imposición biológica.

Diversos investigadores han estudiado las consecuencias de privar de este modo a los adolescentes, por la simple costumbre de empezar las clases a las 8 o 9 de mañana, como la psicóloga Amy Wolfson, del Holy Cross College de Massachusetts, que llevó a cabo una encuesta a más de 3.000 alumnos de secundaria. La encuesta reveló que los alumnos de sobresaliente y notable se acostaban unos cuarenta minutos antes y dormían unos veinticinco minutos más que los alumnos que obtenían notas más bajas.

Afortunadamente, algunos institutos ya están tomando buena nota de los efectos sorprendentemente beneficiosos de dormir un poco más a la hora de obtener mejores notas en general, tal y como explica Richard Wiseman en su libro Escuela nocturna:

Varios institutos y universidades han probado a retrasar la hora de inicio de las clases para ajustarse al reloj interior biológico de los adolescentes, y han descubierto que el más mínimo cambio tiene un impacto tremendo. Por ejemplo, un instituto de Minnesota pasó la hora de inicio de la jornada de las 7:25 a las 8:30. Después del camio, las notas de matemáticas en las pruebas de admisión en las universidades entre el 10 % de los mejores alumnos había aumentado en 300 puntos. Otro centro de Kentucky retrasó la hora de comienzo de las clases, y los accidentes de tráfico entre los adolescentes disminuyeron casi un 20 %.

En Gran Bretaña, medidas similares consiguieron reducir el absentimos en casi un tercio y mejorar significativamente las notas de matemáticas y lengua.

En conscuencia, en aras de obtener el máximo rendimiento, lo importante es el número de horas que se duerma, no si el despertador suena una hora antes o una hora después. Pero en el caso de los adolescentes es mejor que el despertador no suene tan pronto. Un fenómeno que también sucede con los llamados búhos, perfiles de sueño o cronotipos tienen un origen básicamente genético y que también se dan en adultos.

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