Las decenas de islas que no existen a pesar de que aparecen en los mapas

Las decenas de islas que no existen a pesar de que aparecen en los mapas
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Los mapas solo son reducciones y deformaciones de la realidad. Por ejemplo, la proyección Mercator de un mapamundi obliga a que África sea más pequeña de lo que realmente es, y muchas otras cosas que no son como son ni están donde están sencillamente para que podamos verlas.

Durante cien años, también en África, existía una cordillera montañosa gigantesca… hasta que un explorador francés descubrió que no existía. Podéis leer esta trapisonda historia en Debéis viajar para comprobar que algo existe: la montaña irreal que estuvo 100 años en los mapas.

Incluso en Google Earth encontramos ejemplos de errores manifiestos, como la inexistente población de Eixt, en La Rioja.

Pero en el caso de las islas es más extenso, sí cabe, porque las islas son realidades que acostumbran a estar más aisladas, y si alguien no se toma la molestia de ponerse a navegar hasta llegar a ellas, pueden existir en el mundo de la cartografía aunque en el mundo real no sea así.

Por ejemplo, durante el siglo XIX, el Pacífico estaba sembrado de más de cien islas imaginarias que flotaron en todos los atlas durante años y décadas, hasta que el sistemático capital naval británico sir Frederick Evans se dedicó a visitarlas todas, para empezar a suprimirlas por erróneas. Finalmente, Evans tachó 123 islas en las Cartas de Navegación del Almirantazgo Británico.

A su juicio, la mayoría de estas islas no existían por error o por coordenadas erróneas, sino por las ansias de pasar a la posteridad de algunos marineros, tal y como explica Simon Garfield en su libro En el mapa:

Uno de los mayores culpables era un capitán estadounidense llamado Benjamin Morrell. Entre 1822 y 1831 Morell había navegado por el hemisferio sur en busca de tesoros, focas, riqueza y fama, y, al no tener mucho éxito con los tres primeros, optó por la posteridad. Los relatos publicados de sus viajes fueron lo suficientemente populares y convincentes como para que sus descubrimientos (incluidas las islas de Morrell, cerca de Hawai) y Nueva Groenlandia del Sur (cerca de la Antártida) entraran en las cartas navales y en los atlas, donde permanecieron durante más de un siglo. De hecho, hasta 1910 la isla de Morrell provocó una desviación hacia el oeste de la línea internacional de cambio de fecha y todavía en 1922 aparecía en The Times Atlas.

El caso más reciente: Sandy

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El caso más reciente de isla ficticia es el de la isla del Pacífico Sur llamada Sandy, situada entre Australia y Nueva Caledonia, que científicos australianos descubrieron en 2011 que realmente no existía. La isla no había nacido de una errata de herramientas como OpenStreetMap, sino que aparecía reflejada en diversos mapas y publicaciones científicas de hasta el año 2000. Incluso aparece en el programa cartográfico Google Earth.

La líder de la expedición que se dirigía a estudiar el Mar de Coral y descubrió la inexistencia de Sandy fue Maria Seton, que estaba viajando a bordo del buque científico naval Southern Surveyor.

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