El mortal color verde

El mortal color verde
Facebook Twitter Flipboard E-mail

Verde esperanza. Verde relajante. Batas verdes en los cirujanos para minimizar el impacto de la sangre en ellas. No hay nada como un prado verde de amplitud épica, como el fondo de pantalla que viene por defecto en Windows.

Plinio decía: “El verde alegra la vista sin cansarla”. Por ello, el emperador Nerón contemplaba los espectáculos de prisioneros devorados por leones a través de una esmeralda plana y pulida, como el cristal de unas gafas en 3D. Por eso el color identificativo del analgésico Aspirina es un verde azulado. En Psicología del color de Eva Heller se dice:

Los semáforos juegan un importante papel en la vida moderna, por eso se ha generalizado su simbolismo. También en los edificios hay carteles verdes que permiten el paso, o que indican salidas de emergencia. Las salidas de socorro suelen estar pintadas flechas blancas sobre fondo verde. Incluso el lenguaje coloquial ha adoptado los símbolos de los semáforos. (…) En Alemania se dice que a alguien le ha llegado una “ola verde” cuando tiene una buena racha, e incluso que algo está im Grünbereich [en terreno verde] cuando se halla perfectamente. Pero el color verde también puede ser mortal.

En 1814, una empresa fabricante de colorantes, la alemana Wilhem Sattler de Swchweinfurt, en colaboración con el farmacéutico Friedrichh Russ, logró producir un verde todavía más intenso disolviendo el cardenillo en arsénico: el verde esmeralda. Fue un verde que jamás se había conseguido antes: de hecho, los artistas del siglo XIX que se inclinaban por el uso de colorido intenso, como los prerrafaelitas y los impresionistas, empezaron a usarlo con gran alegría.

Pero la sustancia se disolvía con la humedad, y el arsénico que contenía se vaporizaba de manera imperceptible. En la década de 1860, podía leerse en el The Times de Londres: “No era infrecuente que los niños que dormían en un cuarto empapelado de ese modo murieran envenedados con arsénico.

Fue en 1822 cuando el químico alemán Justus von Lieibig publicó un informe sobre su composición y síntesis, que anteriormente había sido un secreto industrial celosamente guardado por el fabricante.

Según la leyenda, Napoleón murió en su casa en el exilio de Santa Elena debido a los vapores de asersénico que exudaba la pintura verde esmeralda de las paredes húmedas, como dice Philip Ball en su libro La invención del color.

Si os apetece leer un poco más sobre los colores, pero a nivel cultural, os invito a echar un vistazo al artículo que publiqué en Papel en Blanco a propósito de cómo la gente percibe los colores según la lengua en la que ha sido educada.

Vía | Exapamicron Más información | La psicología del color de Eva Heller / La invención del color de Philip Ball

Comentarios cerrados
Inicio