Los legendarios despistes de Hilbert

Los legendarios despistes de Hilbert
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David Hilbert (1862-1943) fue un famoso matemático alemán, director del Instituto Matemático de la Universidad de Gotinga. Sin embargo, Hilbert era especialmente despistado. Bueno, patológicamente despistado.

Uno de sus estudiantes, por ejemplo, citó que una tarde, cuando Hilbert y su mujer se preparaban para recibir a los invitados para una cena, ella le dijo a él que se cambiara la corbata, al parecer un poco fea. Hilbert se fue y no volvió a aparecer en la cena. Cuando fueron a buscarle, lo encontraron durmiendo plácidamente en la cama.

Al parecer, Hilbert era tan metódico que, al sacarse la corbata, simplemente siguió con la secuencia de acciones habitual, terminando con el camisón y la cama.

En los años 1920, otro de sus estudiantes escribió un artículo que pretendía demostrar la hipótesis de Riemann (un desafío matemático, digamos que muy persistente). Al mostrarle el artículo a Hilbert, éste, según cuenta Walter Gratzer en su libro Eurekas y Euforias:

lo estudió cuidadosamente y quedó realmente impresionado por la profundidad del argumento pero, por desgracia, encontró un error en el mismo que ni siquiera él podía corregir. Al año siguiente, el estudiante murió. Hilbert preguntó a los afligidos parientes si le permitirían decir una oración fúnebre. Mientras lo parientes y amigos del estudiante estaban llorando ante la tumba bajo la lluvia, Hilbert se adelantó. Empezó hablando de la tragedia que suponía que un joven tan dotado hubiera muerto antes de tener una oportunidad de demostrar de qué era capaz. Y siguió diciendo que pese al hecho de que la demostración que propuso este joven de la hipótesis de Riemann contenía un error, era aún posible que algún día se obtuviera una demostración del famoso problema siguiendo las líneas que el difundo había indicado: “De hecho”, continuó con entusiasmo, de pie bajo la lluvia junto a la tumba del estudiante muerto, “consideremos una función de una variable compleja…
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