¿Por qué tenemos tantas pesadillas?

¿Por qué tenemos tantas pesadillas?
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Todavía no hay consenso a propósito del origen de los sueños mientras dormimos. ¿Son un efecto secundario del proceso de reordenación de información del cerebro mientras descansamos? Probablemente.

Sin embargo, todavía resulta más inquietante la siguiente pregunta: ¿por qué esos sueños son tan frecuentemente negativos? ¿Por qué sufrimos pesadillas en las que en cualquier momento podría aparecer Freddy Krueger.

No son tantos

En realidad no sufrimos tantas pesadillas como creemos. Hemos de tener en cuenta que cada noche soñamos, y que solemos recordar con más viveza únicamente los sueños más extraños. Según los estudios del científico del sueño William Domhoff, de la Universidad de California, el 80% de los sueños suelen ser historias completamente normales.

Además, la gente que suele aparecer en los sueños es conocida en su mayor parte, y un 20% de ellos son miembros de tu propia familia. Alrededor del 50% son amigos. Si aparece un famoso, un fenómeno anómalo, tiene una aparición breve, sin apenas peso en la trama.

En la mayoría de los sueños, nosotros somos los protagonistas.

Estos porcentajes dan fuerza a la llamada hipótesis de la continuidad, es decir, que la mayoría de los sueños son una continuación, más o menos alterada, de lo que sucede en nuestra vida diaria.

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Sueños de mal rollo

Sea como fuere, en los sueños hay momentos muy raros, y también siniestros. El índice de criminalidad en tus sueños es más elevado que en cualquier ciudad del mundo real. Y en los sueños son comunes los sentimientos de miedo, estrés o ansiedad. Ante lo cual cabe preguntarse: ¿tener malos sueños tuvo algún beneficio evolutivo y por eso existen en tal proporción?

No lo sabemos con seguridad, pero se han abordado diversas conjeturas. Una de ellas la elabora Richard Wiseman en su libro sobre el estudio de los sueños Escuela noctura:

varios científicos del sueño plantearon la hipótesis de que estos escenarios negativos no estaban pensados para atemorizar, sino para ayudar a la persona a afrontar las preocupaciones y los temores cotidianos. Se postularon varias versiones de esta teoría de "los sueños como terapeutas nocturnos".

Para probar esta hipótesis se han llevado a cabo muchos experimentos, uno de los cuáles ya se ha convertido en clásico. Fue realizado con un grupo de voluntarios al que se les pasó una película de una autopsia. Después se dividió al grupo en dos y pasaron todos la noche en un laboratorio del sueño. A uno de los grupos se les despertaba siempre cuando empezaba a soñar. Al otro, no.

A la mañana siguiente, se volvió a pasar la película de la autopsia, y todos tuvieron que calificar la ansiedad que les provocaba su visionado:

Según la teoría de "los sueños como terapeutas", los voluntarios a los que se dejó que soñaran durante la noche habrían tenido la oportunidad de afrontar la ansiedad que les generó el primer pase de la película, y la segunda vez no deberían sentirse tan angustiados. Y esto fue exactamente lo que observaron los investigadores.

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