'Olvídate de mí' es real: podremos borrar y restaurar recuerdos

'Olvídate de mí' es real: podremos borrar y restaurar recuerdos
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En la película Olvídate de mí, obra maestra pergeñada por la iconoclasta mente de Charlie Kaufman, se plantea la posibilidad de borrar selectivamente recuerdos luctuosos como, por ejemplo, a una ex que nos ha hecho trizas el corazón. En la película no se profundizaba apenas sobre la tecnología empleada para conseguir tal cosa, más bien era la excusa para explicar una historia, casi el Deus ex machina.

Sin embargo, los recientes avances en neurociencia podrían hacer realidad la premisa de Olvídate de mí. Sobre todo a raíz de un nuevo estudio pionero llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California, que borraron y luego reactivaron recuerdos mediante la estimulación de las neuronas en los cerebros de ratas genéticamente modificadas con una serie de pulsos de luz.

Borrando el trauma

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El médico y farmacólogo escocés James W. Black desarrolló el propranolol en la década de 1960. La invención del propranolol fue recibida como el mayor avance en la lucha contra las enfermedades cardíacas desde el descubrimiento de las propiedades de la Digitalis purpurea en el siglo XVIII. Recibió el premio Nobel de Medicina en 1988 "por el descubrimiento de importantes principios en el tratamiento con fármacos".

Pero también servía para borrar el dolor de un recuerdo. Al parecer, dicha sustancia, un beta-bloqueante que neutraliza los efectos de las hormonas del estrés, no eliminaba los sucesos de nuestra memoria, pero sí sus peores efectos: las trazas emocionales. Así pues, se continuaría recordando el hecho, pero no el dolor que nos provoca. Una víctima de violación quizá mitigue de este modo las pesadillas, el temblor o el miedo al sexo y consiga hablar de lo sucedido sin sentir angustia. Después de todo, el propranolol resulta más efectivo que la técnica empleada en Olvídate de mí, pues al eliminar todo lo que le recuerde a su pareja, el protagonista también borraba los buenos recuerdos. Propranolol sólo borraría el trauma y dejaría el poso.

Consumido por millones de hipertensos en el mundo, el propranolol actúa sobre los receptores beta-adrenérgicos de la amígdala (estructura cerebral relacionada con el aprendizaje emocional y la modulación de la memoria) durante el procesamiento de información emocional, como sugirieron Merel Kindt y sus colegas del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Amsterdam en un estudio publicado en la revista Nature Neuroscience. Su hipótesis fue que propranolol puede que "interrumpa la síntesis de proteínas de la memoria amigdalar del miedo, provocando la alteración de ese recuerdo".

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Borrando y restaurando recuerdos

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Ahora nos llega el primer estudio, publicado en la revista Nature y dirigido por el neurocientífico Roberto Manilow (Universidad de California), que sugiere directamente que el fortalecimiento o debilitamiento de las sinapsis es la base fundamental para la memoria, y que por tanto podríamos borrar o recordar de nuevo cualquier recuerdo. No solo sus trazas emocionales, sino el recuerdo por entero, como si nunca hubiese ocurrido. Tal y como ha señalado Manilow:

Podemos formar un recuerdo, borrarlo y luego reactivarlo, a voluntad, aplicando un estímulo que selectivamente refuerza o debilita las conexiones sinápticas (entre neuronas).

El estudio, de momento, solo se ha realizado en ratas modificadas genéticamente para que sus células cerebrales produjeran una proteína sensible a la luz que podría ser activada por un pulso de luz emitido por una fibra óptica implantada en el cerebro. A continuación, les enseñaron a asociar estímulos luminosos sobre estas células nerviosas con descargas eléctricas y dolorosas en sus patas. Las ratas, de esta forma, aprendieron a tener miedo a los estímulos luminosos. Este aprendizaje se produjo en parte por el fortalecimiento de ciertas conexiones sinápticas, así que las debilitaron con unos impulsos luminosos distintos.

Finalmente, las ratas olvidaron asociar la luz con el dolor, es decir, que olvidaron tener miedo. Como Juan Sin Miedo. Lo más interesante es que el proceso es reversible: reactivaron el recuerdo del dolor y las ratas volvieron a tener miedo a las descargas, aunque no hubieran sufrido de nuevo el dolor.

Si los resultados obtenidos se logran reproducir, quizás su metodología podría servir para estudiar algunos mecanismos para fortalecer las conexiones sinápticas en personas que sufren Alzheimer.

Vía | IFLScience

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Foto | MethoxyRoxy (CC)

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