El Diluvio es insostenible (matemáticamente hablando)

El Diluvio es insostenible (matemáticamente hablando)
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Oh, las Matemáticas. Tan temidas en nuestra época escolar. Y aunque nuestros profesores se empeñaron en hacernos ver por activa, por pasiva y por perifrástica que los números son fundamentales para la vida diaria nosotros seguimos renegando de ellos. No los vemos útiles. Sí, es útil sumar, restar, multiplicar y dividir. Es útil saber que no se pueden sumar peras y manzanas, como bien hizo la Botella al hablar sobre los matrimonios entre homosexuales. Es muy útil, en definitiva, a nivel básico. Pero cuando empezamos con los logaritmos y las ecuaciones de segundo grado con tropecientas incógnitas…. ahí, ahí ya no le vemos la utilidad.

Dicen, entonces, que bien, que no sirve para nada saber resolver problemas tan enrevesados, que no existe aplicación en la vida diaria y mundana. Pero tamaña complejidad numérica es útil a nuestra masa gris para organizarse, para pensar mejor y más fluidamente. Es justo también la razón que enarbolan los profesores de lenguas muertas, como el griego y el latín. Estructuración cerebral. Eso suena utilísimo. Pero no convence, y mucho me temo que tampoco es un argumento con demasiado fundamento.

Por suerte, existen divulgadores como John Allen Paulos. Uno de los matemáticos más entretenidos que conozco. Y alguien que demuestra la verdadera utilidad de tener una mente formada matemáticamente. Es posible que el error esté en el sistema educativo, que imparte unas matemáticas encorsetadas, poco dinámicas, que jamás se aplican a problemas reales. Así que, a quien aún quiera reconciliarse con una materia tan árida como ésta, a quien le quede una porciúncula de fe, le recomiendo encarecidamente la lectura de cualquiera de sus libros.

Con él se aprende a leer el periódico con un nuevo sentido crítico y a detectar noticias falsas o sobredimensionadas. Se aprende que las estadísticas son falsas según cómo se afronten. Se aprende que jugar a la lotería es un impuesto que subsiste precisamente gracias a la ignorancia en Matemáticas. Se aprende, incluso, a leer La Biblia con otros ojos, más críticos, más escépticos, más entrenados para vislumbrar los hilos que conforman la realidad. Como muestra, de su libro El hombre anumérico:

El Génesis dice que durante el Diluvio < <... quedaron cubiertos todos los montes sobre la faz de la tierra...>>. Si se toma esto literalmente, resulta que la capa de agua sobre la tierra tendría entre 5.000 y 6.000 metros de grosor, lo que equivale a más de 2.500 millones de kilómetros cúbicos de agua. Como según el relato bíblico del Diluvio duró 40 días con sus noches, es decir sólo 960 horas, la tasa de caída de la lluvia ha de haber sido por lo menos de cinco metros por hora, suficiente para echar a pique un avión y con mayor motivo un arca cargada con miles de animales a bordo.

Ojalá mi profesor de Matemáticas hubiera leído a Allen Paulos algún vez.

Vía | El hombre anumérico, de John Allen Paulos

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