¿Por qué a los hombres les gusta el fútbol y las mujeres prefieren las telenovelas? (y III)

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Los hombres tienden a tener cerebros más sistematizadores. Las mujeres, cerebros más empatizadores. Lo irónico es que existe una enfermedad que describe a los demasiado sistematizadores y no a los demasiado empatizadores.

Los individuos con síndrome de Asperger, normalmente hombres, son buenos sistematizadores pero nefastos empatizadores. Pero ¿cómo llamamos a los que poseen cerebros demasiado empatizadores y poco sistematizadores, es decir, con cerebro excesivamente femeninos?

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Si reflexionamos un momento se confirmará que todos conocemos a personas de este tipo, pero rara vez su particular combinación de destrezas se califica de patológica. Es probable que en el mundo actual sea más fácil llevar una vida normal con pocas destrezas sistematizadotas que con pocas destrezas empatizadoras. Puede que en la Edad de Piedra hubiera sido menos fácil.

Con todo, localizar a esta clase de personas no catalogadas como patológicas (aunque quizá en el día a día pueden resultar exasperantes en determinadas discusiones racionales) sería bastante sencillo. Tal y como se detectan a los que padecen síndrome de Asperger o los que tienen mentes demasiado masculinizadas.

El dominio de la empatía parece depender de unos circuitos que rodean el sulcus paracingulate, una cisura cerebral próxima a la línea media y cercana a la parte anterior de la cabeza. Pues bien, con un escáner cerebral se puede advertir cómo esa zona se activa especialmente cuando el paciente lee una historia. Porque leer una historia exige “mentalización”: imaginar los estados mentales de los demás.

Pero si el paciente lee un explicación sobre causas y efectos físicos o una serie de frases inconexas, entonces esta zona del cerebro no se activa.

En personas con síndrome de Asperger, sin embargo, esta zona no se vuelve brillante cuando leen historias acerca de los estados mentales, pero en cambio brilla un área vecina. Ésta es un área que interviene en el razonamiento general, que apoya la corazonada de los psicólogos de que, más que empatizar, la gente con síndrome de Asperger razona acerca de los problemas sociales.

Esto también podría ser una posible explicación de que las mujeres lean más novelas que los hombres (es incorrecto decir que las mujeres leen más que los hombres sin más), algo que sabe cualquier editorial que persiga buenos beneficios: cada vez se editan más novelas orientadas al público femenino o con rasgos que atraigan al público femenino. Rasgos que nada tienen que ver con la sistematización sino con la empatía.

Vía | Qué nos hace humanos de Matt Ridley

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