¿Hasta qué punto el dolor es real o está en tu cabeza?

¿Hasta qué punto el dolor es real o está en tu cabeza?
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Si nos pinchan, nos duele. Pero a algunos les duele más que a otros. Y en determinadas circunstancias, puede incluso que casi no nos duela nada. Y es que, gracias a una cadena de descubrimientos, iniciada por el psicólogo canadiense Ronald Melzack en 1965, se empezó a sugerir por primera vez que la sensación de dolor era una construcción interna del cerebro.

Y que, en consecuencia, el cerebro modula a su voluntad el nivel de estímulo nocivo que le llega desde el exterior.

Tal y como lo explica Miguel Nicolelis en su libro Más allá de nuestros límites. Los avances de cerebros y máquinas:

Este hecho hizo que el punto de referencia a la hora de entender el dolor cambiara y dejaran de ser los nervios y receptores del dolor periféricos, para pasara ser el propio punto de vista del cerebro. La neurobiología pudo entonces empezar a explicar por qué razón los soldados imbuidos de unas creencias en una verdadera y legítima causa moral (liberar al mundo de los nazis) seguían luchando por su país después de haber sufrido heridas atroces y dolorosas.

Gracias a la teoría de la compuerta del dolor articulada por Melzack en 1980, también sirvió para explicar de forma alternativa el fenómeno de los miembros fantasma, es decir, el dolor que sienten algunas personas en miembros que ya no tienen, porque han sido amputados.

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Es decir, que sin existir una entrada de datos de dolor a través de los sentidos, el cerebro puede generar dolor.

La teoría de la compuerta de control (gate-control) del dolor la explica en estos términos Nicolelis:

Según esta teoría, la sensación de dolor asociada con un estímulo periférico nocivo, es decir, un estímulo que genera cierto tipo de lesión corporal, puede ser modulada, o “descartada” (gated out) a la altura de la médula espinal. Esto ocurre cuando existe una actividad concurrente en otras fibras nerviosas periféricas, como las que llevan información acerca de un leve contacto táctil o incluso en los nervios que descienden de la corteza y otros centros superiores del encéfalo hasta la médula espinal pero no se halla a su vez asociados con la sensación de dolor.

El cerebro no puede sentir dolor porque no dispone de nervios capaces de registrarlo. Los neurocirujanos pueden sondear el cerebro aunque la persona esté consciente. Irónicamente es el encargado de hacernos sentir el dolor del resto del cuerpo.

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