El acento del mono

El acento del mono
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Los monos de cara roja japoneses (Macaca Fuscata) pueden adquirir diferentes acentos dependiendo del lugar en el que vivan. Normalmente, estos macacos se comunican entre ellos por medio de unos gritos cortos que sirven para mantener el contacto. Estudios a lo largo de ocho años han puesto en evidencia que existen diferencias en las frecuencias a las que se emiten estos gritos, y que esto se relaciona con el lugar de "residencia" de los pequeños monos.

El experimento se ha realizado con dos comunidades de monos procedentes de una única población original, que fue dividida en 1956, quedándose una parte en la isla japonesa de Yakushima, y la otra parte en el monte Ohira, en el centro de Japón. Las dos secciones estan separadas unos 700 kilómetros y no ha habido contacto alguno entre ellos en este tiempo.

Para que el experimento tuviese validez, los investigadores se centraron en las vocalizaciones utilizadas a la hora de alimentarse. Los resultados han arrojado unas componentes frecuenciales unos 100 Hz superiores en los monos de Yakushima con respecto a los del monte Ohira. ¿Cuál puede ser la causa de estas diferencias de frecuencia? La respuesta podría estar en el hábitat, bastante diferente en cada localización: para empezar, el monte Ohira presenta un espacio abierto y con poca vegetación, mientras que en Yakushima los monos se enfrentan a una densa vegetación con árboles grandes que bloquean los sonidos. Una frecuencia superior hace más sencillo atravesar las barreras arbóreas, y permite por tanto establecer la comunicación entre la comunidad de macacos.

Hasta ahora, se creía que los humanos eran los únicos primates que podían imitar diferentes entonaciones, es decir, aprender a pronunciar nuevas palabras en otros idiomas, o imitar voces. Este estudio sugiere que "monos de la misma cepa genética pueden, en un par de décadas, desarrollar nuevas características de comunicación", afirma Frans de Waal, director del Living Links Center de la Emory University en Atlanta, Georgia.

Vía | National Geographic

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