¿Las lunas pueden tener sus propias lunas?

¿Las lunas pueden tener sus propias lunas?
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Si una luna es lo suficientemente grande y lo suficientemente alejada de su planeta, puede albergar su propia luna más pequeña, llamada "luna de luna" (moonmoon o submoons), y cuatro mundos de nuestro sistema solar cumplen con los requisitos.

Juna Kollmeier, en los Observatorios Carnegie en Pasadena, California, y Sean Raymond, en la Universidad de Burdeos, Francia, calcularon si una luna que orbita un planeta podría tener una luna propia. Una luna de luna no tiene un nombre formal, tal vez porque nunca hemos visto una.

Luna de luna

Además de las 168 lunas que orbitan los planetas del Sistema Solar, hay otros 6 satélites naturales que orbitan lo que llamamos “planetas enanos” (Ceres, Plutón, Haumea, Makemake, y Eris), es decir los pequeños planetas del Sistema Solar.

Pero ¿pueden haber lunas de lunas? Los astrónomos afirman casi con certeza que no hay lunas en las lunas de nuestro sistema solar (a no ser que sean tan pequeñas que no podamos detectarlas).

Nuestros actuales métodos de detección de planetas, como el de aprovechar el paso de uno de ellos por la trayectoria de una estrella, nos permiten divisar enormes planetas del tamaño de Júpiter, o planetas rocosos del tamaño de la Tierra, pero no sus lunas. Pero potencialmente, podría haberlas.

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Dentro del Sistema Solar, cuatro lunas actualmente cumplen con ese requisito particular: la Luna de la Tierra, la Luna de Júpiter, Calisto, y Titus y Iapetus en órbita alrededor de Saturno.

El objeto del Sistema Solar con una mayor 'esfera de gravedad' es Neptuno, porque está tan lejos del Sol y es tan masivo que puede influir verdaderamente en su entorno. Según los expertos, se podría imaginar una luna enorme distante en órbita de Neptuno y, alrededor de esa luna, podría haber otra luna

Lo más parecido son los asteroides troyanos, que orbitan en torno a algunas de las lunas de Saturno como Jano y Epimeteo. En los satélites troyanos la órbita no es la natural, sino que se sitúan en los puntos de Lagrange, de modo que no orbitan, propiamente dicho, con respecto a su satélite madre.

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